SALMO 22 (extractos)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?
¿Por qué estás lejos de mi clamor y mis gemidos?
Te invoco de día, y no
respondes,
de noche, y no encuentro descanso;
y sin embargo, tú eres el
Santo,
que reinas entre las alabanzas de Israel.
«Confió en el Señor, que él
lo libre;
que lo salve, si lo quiere tanto».
Tú, Señor, me sacaste del seno materno,
me confiaste al regazo de mi madre;
a ti fui entregado desde mi nacimiento,
desde el seno de mi madre, tú eres mi Dios.
No te quedes lejos, porque
acecha el peligro
y no hay nadie para socorrerme.
Soy como agua que se derrama
y todos mis huesos están dislocados;
mi corazón se ha vuelto como cera
y se derrite en mi interior;
mi garganta está seca como una teja
y la lengua se me pega al paladar.
« Porque él no ha mirado con desdén
ni ha despreciado la miseria del pobre:
no le ocultó su rostro
y lo escuchó cuando pidió auxilio»
No hay comentarios:
Publicar un comentario