Vuelvo de ver a Carmen, tiene una residente nueva, que no
paraba de tomar notas. Se ha extrañado cuando al preguntarme le he dicho que
estaba de “puta madre”, vamos no se lo ha creído ni de “coña”. Creo que cuando
al rato de charlar le he dicho que sabe que cuando tomo una decisión la llevo
hasta el final, ha empezado a comprender.
Estoy harto de repetirle todos los días lo mismo, estoy harto de “paternalismos”,
harto de todo. Me ha dado cita para el mes que viene (unos veinte días después de
que vea al psiquiatra), la he cogido pero espero no tener que ir. Espero acabar
con todo antes de ese día. Ya vale, si
en doce años no me han arreglado ¿qué esperan?, hacerlo ahora. La única que me
cuidaba eras tú, y ya no estás ni volverás nunca a este plano que denominamos “vida
terrenal”.
La verdad es que cuando una persona decide “su futuro” está más
tranquila, hay cosas que empiezan a verse de otra manera. Se le da menos
importancia a lo material y se piensa más en lo “espiritual”. Cuando se tiene “fecha
de caducidad”, hasta leer un buen libro se convierte en algo supremo, te permites
decir lo que quieres sin pensar en las posibles consecuencias a largo plazo,
saboreas una buena comida y dejas de pensar en los problemas que conllevara el
mañana.
Prefiero treinta y dos años de buena vida, la que pase
contigo, que vivir por vivir. Prefiero morir ahora que estoy en plenas
facultades, que esperar a ser un guiñapo y no poder decidir por mí mismo. Prefiero que como a ti, me recuerden como soy
ahora, que pasar por una vejez llena de “inconvenientes” que complique la vida
de todos los que me rodean.
Espérame mi amor para partir juntos. Intercede por mí para
que me sea perdonado este último pecado.
Te quiero
Juan Carlos
No hay comentarios:
Publicar un comentario